La calma del regreso

Cuando vengas a buscarme,
te aceptaré en silencio.
Habrá miedo en mis ojos,
pues ignoro si hay algo más allá de ti;
pero sabré que mis días se habrán cerrado,
y mis recuerdos caerán,
como hojas al olvido.

Atrás quedarán los rostros que amé,
los que me hirieron,
y aquellos que me amaron sin condición.

Tendré la certeza
de haber vivido con dignidad,
de haber amado sin temor,
y de haber ardido en pasiones
más intensas de lo debido.
Quizá mi alma se extinga
como una brasa en la noche,
o quizá perdure,
perdida en algún rincón de la eternidad.
Volveré a mi origen,
al lugar sin nombre donde todo empezó,
antes del primer latido,
cuando era todo,
y también nada.

Hasta entonces, viviré contigo a mi lado,
como sombra fiel y condena inevitable,
recordándome que todo es efímero,
y que solo importa el ahora.
Y cuando decidas llevarme contigo,
te seguiré sin remordimientos,
como quien regresa al mar
del que nunca dejó de pertenecer.

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