Vi belleza donde no la había,
vi abrigo donde solo había desprecio,imaginé un alma noble
en raíces ahogadas por el ego.
La luz que creí en su risa
no era más que reflejo de mentira.
Y fue mi culpa,
por ver luz donde solo había sombra.
Por creer que lo humanamente hermoso
merecía una despedida digna.
Por querer guardar su recuerdo
en algún rincón tibio de mi alma.
Pero no fue hermosa, no fue noble,
y ante mi despedida sincera
no mostró ni una grieta de empatía.
Le hablé con el pecho abierto,
le dije lo que alguna vez sentí sin pedir retorno,
sin exigir nada, sin esperar respuestas.
Y aun así, eligió clavar una daga
cuando más vulnerable me encontraba.
Un silencio habría sido más humano.
La imagen que quise tanto
no era real,
nunca lo fue,
nunca fue hermosa.
Y fue mi culpa.
Raúl Hidalgo 2025
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